Roja, rojísima

Es posible que haya pasado.
Es cierto que ella es lo que quería, pero ella ahora no sabe si eso la hará feliz, como pensaba.
Lo llevaba pidiendo a gritos meses, años y la gente le decía que pasaría, sin quererlo, alguna vez.

Ahora ella no lo siente, aquello que la hacía tan desgraciada y tan sensible a la vez.
No sabe muy bien como ha pasado...ni como. Solo sabe que ahora todo en lo que creía se desvanece.
Ahora tiene otros pareceres que realmente, distan mucho de lo creía querer.

No siente eso. Cree creer que ya no siente.

La tiraron en una gran copa de helado y ella luchaba por alcanzar la guinda,
la que nunca le supo dulce.
Ahora ella en vez de luchar por cerezas en almíbar, las deja todas secando, haciendose pasas.

Siempre lo quiso, iba por la calle soñadora en búsqueda de su cerezo favorito,
pensando en como sería su vida con tarros llenos y llenos de guindas.
Recomendaba a todo el mundo esa deliciosa fruta, dulce, llegando a ser empalagosa.

La verdad esque creo que ella tampoco tubo suerte con ello. Cuando conseguía las guindas, el almibar se iba haciendo cada vez menos apetecible, acabando siendo vulgar para ella. No lo conseguía.

Se iba poniendo triste.

Hasta que decidió no seguir buscando...ya no tenía ganas de guindas, ni de almíbar, ni de dulce...
Dijo que no buscaría más hasta que tubiera clarísmo que era el cerezo que le daría esas cerezas rojas, dulces.

Fue así. Ahora ella se pide helados deliciosos, sin guinda.
Unos días con mucha nata, otros pequeños, otros dobles y a ella le encantan.
Cree que es feliz así, es pronto para comerse la guinda. Se las deja a otros, y a otras.

Pero ahora ella cree que nunca más va a sentir el capricho de encontrar esa guinda roja, rojísima.
Tiene miedo.
Tanto tiempo dedicando su ser al encuentro del cerezo mas similiar a su gusto.


(También a ella le da pena que el choColate engorde tanto...porque sería el helado perfecto,
con o sin guinda)

Y sigue, de vez en cuando, comiendo pasas.